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Un nuevo salto en productividad y calidad de vida.

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Por Alejandra Loyola, Socia de TheHouse Advisory

La pandemia ha sido un gran catalizador de cambio al interior de las empresas. No en vano, se dice que las crisis son fuente de innovación y, seguramente, esta crisis será recordada como aquella en la que cambiamos nuestra forma de trabajar, incorporando masivamente el teletrabajo como una alternativa válida y deseada para muchos roles en
la empresa.
En el sistema online la coordinación es más compleja, requiere tiempo e instancias diferentes, y en ocasiones más costosas. Asimismo, el liderazgo se ve desafiado para poder gestionar efectivamente equipos de manera remota, obtener resultados y generar compromiso y alineamiento con la organización. Pero hay formas de resolver el problema.
Desde lo organizacional, la solución está en el empoderamiento de los equipos para generar estructuras más livianas, con autonomía y toma de decisiones descentralizada. Estos nuevos equipos deben contar con las capacidades y disciplinas requeridas, y poder de resolución, de manera de encontrar sus propias respuestas y soluciones.
Esto no significa ausencia de reglas o falta de liderazgo, se trata de colaboración entre personas que ejercen distintas funciones, por sobre las jerarquías, poniendo el foco en los problemas del negocio con flexibilidad y toma de decisiones ágil.
De este modo, lo que hoy conocemos como la autoridad formal o “la gerencia” podría tomar menos importancia, dando paso a un liderazgo más transversal gestionando células multidisciplinarias de menor tamaño y autónomas, con mayor polifuncionalidad y menos especialización, precisamente para poder adaptarse rápido al cambio.
El trabajo en “células” se instaló hace un tiempo como la forma de trabajar
principalmente en las disciplinas tecnológicas y en el comienzo de la ruta hacia la transformación digital de los negocios. Estas células, o equipos multidisciplinarios, crean prototipos factibles y luego versiones incrementalmente mejores que se van probando en un proceso donde el error se entiende como una forma de mejorar y los problemas se van solucionando con pequeñas innovaciones y mejoras de manera rápida.
Más allá del área de TI, hay otras áreas o sectores que han ido implementando estructuras más planas, instalación de equipos multidisciplinarios para la gestión de proyectos y metodologías ágiles como parte de su modelo de gestión.
A fines del año pasado una encuesta en Europa y Asia de McKinsey & Company de auto-evaluación de los resultados obtenidos por unidades ágiles durante la crisis mostró que el 93% reaccionó mejor o mucho mejor en satisfacción de clientes, un 76% lo hizo de esta manera en motivación de empleados y un 93%, en desempeño operacional.

Estas cifras nos hacen estar optimistas, respecto de que la nueva forma de trabajar apalancada fuertemente en tecnología, seguirá expandiéndose en las compañías, y que esta nueva normalidad, distinta a lo que vivimos antes de la pandemia, pueda ser un nuevo salto en productividad y calidad de vida.